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INFORME HISTÓRICO SOBRE LAS LÁMPARAS


INFORME HISTÓRICO SOBRE LAS LÁMPARAS VOTIVAS
DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONSOLACIÓN DE TÁRIBA
DONADAS PARA LA CAUSA DE LA LIBERTAD.



Descripción de las lámparas que se encuentran en la imagen de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba
Pendiendo del intradós del arco y en una perspectiva abatida bizantina (algunos objetos son plasmados como si fueran vistos desde un punto elevado), fueron colocadas un conjunto de lámparas, tres –de simbología trinitaria- que debían cumplir la función de irradiar luz a la escena. Las características de cada una de ellas: un recipiente, aparentemente metálico, en forma troncocónica invertida colocado sobre un plato oblongo con tres asas de las cuales están suspendidos por medio de cadenillas con eslabones ornamentados que convergen en un grueso y rígido anillo frontal de cobre o bronce, que a su vez pende desde una cadena fijada al intradós.
De la boca del recipiente, hacia el lado inmediato derecho (izquierdo del observador) de la cadena central, se puede detallar la forma de una flama lo que indica que el modelo de lámpara representado se corresponde con una lámpara de aceite de oliva o aceite de linaza, muy común en todo el Mediterráneo desde el siglo V. Estas lámparas de aceite (la lucernæ, denominada así por los romanos) resultaban por igual una especie de incensario por cuanto el buen aceite, al quemarse, perfuma el ambiente.
El recipiente se llenaba hasta la mitad de agua y luego con aceite, dada la carestía del mismo y se le colocaba un pabilo sobre una araña flotante para que generara la llama. Tipos de lámparas del modelo de las representadas en la tabla de Táriba, sin cono recogehumo y del siglo XIII, pueden ser revisados en las imágenes que ilustran el códice de las Cántigas de Santa María .
Es de destacar que, durante el período colonial, en la capilla de la Virgen en Táriba, ardieron tres lámparas pendientes del techo y que iluminaban la imagen. En la Relación Auténtica de 1654, se lee: «Y habiendo ido a decir [la misa] a la Virgen en su casa, llegando este testigo a ella los fines de la dicha misa, vio que la lámpara de en medio de tres, que alumbraban a la Virgen, estaba vertiendo manteca por la perilla de dicha lámpara en tanta manera que se recogió mucha de la que había caído». Más adelante se especificaba que estas lámparas tenían una capacidad para media libra de manteca (por cuanto en la región no existía el aceite de oliva ni el de linaza). En cuanto al material de las lámparas, igualmente especificaban que era una escudilla de barro, puesta sobre un plato de peltre, colgado.
A principios del siglo XVII, dice la Relación Auténtica, la imagen tuvo tres lámparas de plata, exvoto del vecino de Pamplona (actual Colombia), Dionisio Velasco quien enfermo de gravedad prometió a la Virgen que si sanaba, daría su peso corporal en plata para la elaboración de unas lámparas, y así se hizo en novenario con misa cantada por la mañana, Salve cantada por la tarde y las Letanías Lauretanas cantadas por la noche.
Las lámparas de plata o el exvoto de Velasco, existían aún para el 8 de diciembre de 1664 cuando el canónigo doctoral de la Iglesia Metropolitana de Santa Fe de Bogotá, Don Gregorio Jaime de Pastrana y Bazán, llevaba en procesión la imagen desde la Villa de San Cristóbal hasta su ermita en el sitio de Táriba.
En la Relación auténtica, se dejó constancia en los siguientes términos: « Y dicho Doctor prosiguió en forma de procesión a pie, revestido con capa de coro y bajo palio, caminaron más distancia que es una legua, que hay hasta la Santa Iglesia de la ermita, la cual estaba adornada con toda decencia y mucho aseo en ella y en su altar, colgada la capilla, parte de ella, con dóciles pinturas, el cielo con tres lámparas de plata; y en un sagrario dorado, que tiene imagen, de altura, al parecer, de vara y media, después de haber cantado una salve, el dicho Doctor metió en dicho sagrario a la Santísima Virgen y cerró con llave».
Por igual, en el inventario que hiciera el P. Narciso Vargas Machuca de la iglesia del sitio de Táriba, en 1786, para la creación de la parroquia eclesiástica, describe: «Facilita esta nueva erección hallarse en el susodicho sitio de Táriba una capilla de tapia y teja con cincuenta varas de largo y once y media vara de ancho, dedicada a María Santísima con el título de Consolación de Táriba tiene […] tres lámparas de plata […]».
Estas históricas lámparas de plata, son relacionadas por última vez en el inventario que se hiciera en la Visita Pastoral de Mons. Santiago Herández Milanés, Obispo de Mérida de Maracaibo, en 1805, a la parroquia eclesiástica de Táriba.
En la siguiente visita pastoral, realizada por el Obispo Rafael Lasso de la Vega, el 2 de octubre de 1816, ya no se mencionan las lámparas en la relación de inventarios supervisados en la Visita.
Historiadores tachirenses del siglo XX, como Don Luis Eduardo Pacheco, relacionaron esta pérdida con la Guerra de Independencia venezolana (1812-1823). Específicamente con la Campaña Admirable –desde Cartagena de Indias hasta Caracas- que hiciera El Libertador Simón Bolívar, a su paso por la población de Táriba en abril de 1813. Por cuanto esta población se convirtió en centro de campaña para el aprovisionamiento de las tropas del ejército Libertador, en la planificación de la marcha hacia la ciudad de La Grita y Mérida.
En los sumarios de los Juicios de Infidencia (Archivo General de la Nación, Caracas, Causas de Infidencias, tomo I) realizados por los jefes realistas en la región tachirense, en 1814, quedaron registradas las actuaciones de los vecinos de Táriba, afectos a la Independencia. Una de ellas fue el esmero en avituallar al ejército.
Sobre esa premisa, se considera que las lámparas votivas de plata de la época colonial española, fueron donadas para fundirlas y proveer al ejército Libertador en su Campaña Adnirable (de 1813) de recursos.
Consúltese al respecto, entre otros, la carta pública del diputado trujillano Antonio Nicolás Briceño, cuando en Caracas se comentaba sobre un débil apoyo a la revolución independentista de las provincias andinas de Mérida (que incluía al Táchira) y Trujillo. González, Asdrúbal, Salomniana, Libro menor de la Academia Nacional de la Historia, Nº 146, Caracas, 1989, En la misma, se describe como en Mérida, al paso de la Campaña Admirable, entre otros objetos, se fundieron las campanas de sus iglesias para hacer dieciséis cañones de bronce.