Celebrados
en Táriba
los
200 Años del Paso de Bolívar
El miércoles 17
de abril fueron celebrados los 200 Años de la Presencia del Libertador Simón
Bolívar en Táriba. En la Basílica Nuestra Señora de la Consolación de Táriba,
se congregaron, además de la feligresía, representantes de la Sociedad
Bolivariana de Venezuela, la Academia de Historia del Táchira, el Cabildo del
Parque de la Ciudad de Táriba, de centros culturales como el Rotary Club y el
Club de Leones, y de diversos centros educativos de la ciudad, entre otros.
La Eucaristía
fue presidida por el Obispo de la Diócesis, Mario Moronta. La música sacra fue
ejecutada por la Orquesta y Coro Juvenil del Sistema de Orquestas Juveniles de
Venezuela, extensión Táriba. La liturgia fue servida por la Casa de
Formación Juan Pablo II, núcleo de
formación inicial del Seminario Santo Tomás de Aquino. Un buen número de
sacerdotes concelebraron. La Camara Municipal, La Academia de Historia del
Táchira y la sociedad Bolivariana, leyeron y entregaron distintos Acuerdos de
Júbilo por la Celebración Bicentenaria. La Basílica de Táriba, a su entrada,
colocó una placa en mármol para dejar testimonio de la celebración.
Transcribimos a
continuación la Homilía que el Obispo del Táchira pronunció en tal celebración.
Homilía del Obispo
en la
Celebración EucarísticaConmemorativa
de los 200 años de la CAMPAÑA ADMIRABLE.
TARIBA
17 DE ABRIL DEL AÑO 2013.
Durante
todo el proceso libertario venezolano, hubo momentos de particular importancia
que reflejaron la importancia del mismo. Batallas, Congresos, tomas de
posición…. Entre ellos, nos encontramos con la así denominada CAMPAÑA
ADMIRABLE. Entre marzo y abril del año 1813, los patriotas, guiados por Bolívar
pasaron por estas hermosas tierras tachirenses camino del centro del país. En
marzo, Bolívar pasó por San Antonio del Táchira y en abril transitó los caminos
de San Cristóbal, Táriba y La Grita.
De
hecho el 17 de abril de 1813 hizo su paso por Táriba, donde recibió la
contribución de tres lámparas de plata que pertenecían al templo de Nuestra
señora de la Consolación. Es lo que se reconoce como el donativo de las
lámparas votivas de plata de Táriba que habrían sido fundidas para colaborar
con la gesta del Libertador. Poco se habla de este gesto y de este evento. En
Táriba, narran algunos historiadores, se hizo la provisión del ejército
liberador de Venezuela. Dos días después, el 19 de abril, Bolívar entra en La
Grita, donde recibe el homenaje de la población y el reconocimiento como
Libertador de Venezuela. Allí se produjo el recordado encuentro con la venerada
imagen del Santo Cristo de los Milagros.
La
CAMPAÑA ADMIRABLE fue una de las acciones libertarias más importantes, con las
que se logró la libertad del occidente del país. Bolívar la culmina cuando
ingresa en Caracas en agosto del mismo año. A lo largo de la misma, por la fe
de los habitantes de los diversos sitios por donde iba transcurriendo, hubo manifestaciones
de religiosidad que imploraban de Dios el éxito de la misma. No olvidemos que
la inmensa mayoría de quienes en ella participaron, además, eran creyentes
católicos.
Ante
este hecho, se nos presenta la posibilidad de hacer una lectura iluminadora
desde la fe. Muchas veces cuando hablamos de leer los signos de los tiempos,
corremos el riesgo de apelar a textos bíblicos o del magisterio sin mucha
referencia a lo que se quiere analizar o iluminar. Por supuesto que hay que
guardar las distancias y siempre tener en cuenta que la fuerza de la Palabra de
Dios es mayor. Habida cuenta de esto, permítanme hacer un breve ensayo de
iluminación desde la Palabra de Dios y sacar algunas conclusiones para nuestro
compromiso actual de creyentes.
También
en la Biblia nos encontramos con algunas“Campañas admirables” que apuntaban a
la liberación de la gente. El más conocido caso es el de la salida de Israel
desde Egipto y su largo caminar de cuarenta años hacia la tierra prometida. Fue
una gesta que apuntaba a dos cosas importantes: la liberación del pueblo de
Dios de la esclavitud y la consolidación de ese pueblo tanto con la pascua como
con la alianza. El pueblo tuvo que caminar por el desierto y así, no sólo
venció dificultades, sino que incluso aprendió a ser pueblo. Este aprendizaje
le llevó hasta la conciencia de ser el pueblo de Dios que debía ser el guardián
de la alianza y de la promesa de una nueva y definitiva liberación con la
llegada del Mesías.
Siglos
después, en el marco del cumplimiento de la promesa de salvación, comenzó otra
campaña admirable. Admirable, sobre todo por el significado de la misma:
Admirable porque quien la llevó a cabo fue el mismo Dios que se hizo hombre
para conducir a la humanidad hacia los campos de la plenitud. A lo largo de su
vida pública, en la que fue manifestándose como salvador y profeta que daba
cumplimiento a la Palabra que proclamaba, fue dirigiendo su acción en un
peregrinar hacia Jerusalén. Allí iba a culminar la obra y dar la verdadera
libertad a la humanidad.
La
Campaña Admirable de Jesús, si podemos hablar en estos términos, termina con
una especie de fracaso: con la cruz. Aunque bien sabemos que con ella venció al
pecado. Cruz y muerte redentoras de la humanidad, que hicieron explosión
pascual con la Resurrección. Así no sólo terminó de vencer a la muerte sino
también al pecado.
Luego
de la Resurrección el Señor les dejó a sus discípulos la herencia de su misión
liberadora que debía arrancar en Jerusalén hasta los confines de la tierra. Así
comenzó la gran aventura del peregrinaje de la Iglesia en el cumplimiento de su
misión evangelizadora y que aún persiste en el tiempo, hasta el final de la
historia. De ello nos hablan Pablo y otros escritores del Nuevo Testamento y,
en el libro del Apocalipsis hallamos una reflexión sobre esa gesta que
culminará definitivamente con el triunfo del Cordero.
Con
ocasión de la conmemoración de los doscientos años de la Campaña Admirable,
desde la fe eclesial que nos distingue hemos de encontrar luces en la Palabra
de Dios para ver cuál es nuestro compromiso y nuestra responsabilidad. Cada
tiempo tiene sus afanes, y ellos requieren la decisión de grandes empeños y
tareas que pueden ser comparadas como nuevas Campañas Admirables. La
conmemoración de la que recordamos no debería limitarse sólo a eventos de
carácter histórico y protocolar, de placas y publicaciones…Esto es necesario
hacerlo porque forma parte de la dinámica celebrativa del acontecimiento. Pero
nos debe impulsar a ver lo que como creyentes hemos de hacer.
Así
pues, podemos redescubrir en esta conmemoración el compromiso de nuestra
Campaña Admirable que, para los creyentes en Cristo, implica junto al anuncio
del Evangelio la construcción del reino de Dios. Y este se edifica en nuestros
ambientes, familias, instituciones y personas….Hasta conseguir algo que
inauguró, precisamente el mismo Jesús con su Pascua: la nueva creación.
La
Campaña Admirable hubo de sortear dificultades, como le sucedió al pueblo de
Dios luego de salir de Egipto. Pero consiguió su objetivo. Nuestra situación
quizás es diversa pero incluye desafíos bien concretos y que deben atravesar
por cañadas oscuras y enfrentarse nuevos adversarios. Quisiera fijarme en dos
de ellos: uno es el compromiso de seguir edificando la patria grande que
heredamos de nuestros libertadores. Otro es vencer al gran enemigo que, junto
con otros adversarios, ponen en peligro la auténtica libertad de nuestra gente.
El
compromiso heredado nos lleva a seguir edificando la Patria sobre valores
concretos de igualdad, fraternidad y solidaridad. Estos encuentran en el
mensaje del Evangelio no sólo un sustento sino también una fuente que los
alimentan. Esa es la fuente del amor fraterno. Al hacer esto estaremos
edificando el reino de Dios en nuestras comunidades y haciendo posible que la
fuerza transformadora de la Nueva Creación, inaugurada con la Pascua del señor,
se haga realidad en Venezuela.
No
es fácil porque hay muchos intereses subalternos, egoísmos e individualismos
que alejan del auténtico centro, cansan a los peregrinos y desalientan a los
constructores. Para ello, la Iglesia apuesta lo mejor que tiene: su fe en el
Señor, con su esperanza que alienta el compromiso y el amor que todo lo puede.
El
adversario a vencer es el relativismo ético que se disfraza con variados
vestidos y que mina la voluntad creadora de los ciudadanos, creyentes o no
creyentes. El relativismo ético, con su carga de individualismo, materialismo y
pragmatismo, apunta a destruir el protagonismo de la persona humana. Mina la
voluntad de las personas y hace que en vez de desarrollar el sentido de las
cosas y de las personas, se sobrevalore el placer. “Vale todo” es la consigna y
entonces se producen los más variados efectos perjudiciales a la dignidad de la
persona humana.
Nuestra
Campaña Admirable va en esta dirección: vencer el relativismo ético y construir
la nueva creación en nuestra patria. Esto requiere la toma de conciencia de
todos nosotros… Además, la osadía de ir contracorriente. Lo mismo le sucederá a
Bolívar y a los suyos en la empresa que realizaron… Porque el conformismo y la
comodidad resultan ser más apetitosos que el compromiso y la responsabilidad.
Hoy
acudimos a este templo de Nuestra señora de la Consolación. Hace doscientos
años por acá pasó Bolívar con su ejército libertador. Ellos recibieron el aporte
de las lámparas votivas de plata del templo de entonces. Hoy nosotros no vamos
a recibir las lámparas votivas de este templo, lámparas materiales… pero sí
vamos a recibir, además de la protección de la Madre de Dios en la realización
de nuestra Campaña Admirable, la plata de unas lámparas más valiosas: los dones
del espíritu y la Gracia de Dios para que podamos ser capaces de vencer al
adversario de la inmoralidad y del relativismo ético y para que podamos tener
la fuerza suficiente para lograr el objetivo que el mismo Señor nos ha
colocado.
No
olvidemos que somos hombres nuevos, mujeres nuevas que hemos colocado las manos
en el arado para ir hacia adelante. No olvidemos que hemos recibido la misión
de construir el Reino de justicia y paz en Venezuela para hacer brillar
entonces la nueva creación liberadora de la humanidad… No olvidemos, como lo
dice el salmista, que es el mismo Señor quien debe construir la casa contando
con nuestro aporte y nuestra contribución. Esa es la misión, ésa es la Campaña
Admirable que nos corresponde hacer hoy.
+Mario Moronta
Obispo de San
Cristóbal